domingo, 2 de junio de 2019

Cuaderno de Arte. 1.- LOS HÍBRIDOS DE TETSUYA ISHIDA




                   Me fui hasta el Palacio velázquez, en El Retiro. Quería ver la retrospectiva del artista japonés Tesuya Ishida (Yaizu, Shizuoka 1973 – Tokio 2005). Sus composiciones son meta-lógicas o metafísicas: van más allá de la lógica, o más allá de la física. Los críticos de Arte le encajan dentro del “Realismo escéptico”, para decir que sus obras son raras: nada tienen de realistas, nada de escépticas.
                Los cuadros de Ishida son surrealismo puro: personajes híbridos, máquinas antropomorfas dominadas por la alta tecnología, sometidas al trabajo y al consumo, dentro de un círculo infernal sin escape posible.
                Algunos quieren ver en Ishida “sátira social”, a partir del “milagro económico” japonés de la postguerra (1945), que se alargó hasta la crisis del petróleo de 1973. Las especulaciones financieras e inmobiliarias, del neocapitalismo más salvaje e incontrolado, provocaron otra crisis económica en 1991. Reestructuraron la economía, a partir de la utilización de robot, en sustitución de la mano de obra humana. Esa forma de entender la economía, basada únicamente en criterios económicos provocó la última (falsa) crisis en occidente, a partir del 2007, que todavía colea: los capitalistas son insaciables. Nunca ganan lo suficiente.
                El artista japonés se sintió afectado por las crisis económicas, que repercutían negativamente en la sociedad. Su desazón intelectual se conformó en imágenes que criticaban ferozmente al sistema: los hombres/mujeres dejan de ser mujeres/hombres para hibridarse con las máquinas dentro del binomio trabajo-consumo.
                Los expertos en la obra de Teisuya Ishida indican que el pintor se adentra en las obsesiones de las personas que se encierran en espacios y tiempos donde trabajo, consumo y ocio se co-funden o confunden. Esas obsesiones están también en Kafka: individuos que se transforman en híbridos insecto-humanos alienados, prisioneros y domesticados por los poderes fácticos que manejan desde los sistemas educativos a los medios de comunicación.
                Para entender al pintor, en sus cuadros, un pequeño párrafo, de uno de sus cuadernos de apuntes, fechado en 1999: “Intenté reflejarme a mí mismo –mi fragilidad, mi tristeza, mi ansiedad– como una broma o algo divertido sobre lo que reír. Transformarme en objeto de risa, o de más tristeza. A veces era visto como una parodia o sátira de la gente contemporánea. Me expandí para incluir a los consumidores, los especuladores, los trabajadores y los japoneses. Las figuras del cuadro se expandieron hacia gente que puedo sentir”.

                Cada cuadro de Tetsuya Ishida puede causar perplejidad, turbación, desconcierto, rechazo… incluso miedo. Pero merece la pena acercarse a un pintor que describe su tiempo, nuestro tiempo, a su manera, desde la desesperanza que provoca la economía de mercado, donde las personas debe hibridarse con los robots para no ser obstáculos en la obtención de los beneficios empresariales…
Pablo Torres
Sábado 1 de junio 2019


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