Micro-relato sobre un un caso reciente de Tadeus Kunzt. Buscaba los restos de un republicano fusilado en noviembre de 1944, en instalaciones militares de Campamento, enterrado en una fosa del cementerio municipal de Carabanchel. La investigación le llevó a los osarios de Cuelgamuros.
Agosto del 2019. Sábado caluroso.
Nueve de la mañana: arrancó su Harley, reconoció el sonido bronco del motor. Se
desplazó rápido hasta el antiguo cementerio de Carabanchel, donde debía buscar
la tumba de Manuel Muñoz Puente, republicano asesinado-fusilado el 23 de noviembre
de 1944 en instalaciones militares de Campamento (Madrid), según los datos del
Consejo de Guerra: “Cementerio municipal.
Inhumado en la zona M. Fila Primera Nº 5. Cuerpo 2”.
Iglesia románica de santa María la Antigua.
Desde
su domicilio, en la zona oeste de Madrid, tardó poco más de media hora en llegar
hasta las entradas al viejo cementerio. Tadeus Kunzt se sorprendió al ver, aledaño
al camposanto, un pequeño templo católico, la ermita de santa María la Antigua.
Su origen se remonta al siglo XIII, construida en estilo románico-mudéjar. El
edificio, cercano a los terrenos donde se ubicó la cárcel de Carabanchel,
mostraba una placa en la que se podía leer: “Aquí
estuvo la iglesia de santa María Magdalena a la que venía a rezar san Isidro
cuando trabajaba en estos campos y en ellos tuvo lugar el milagro del lobo”.
La veracidad o fantasía religiosa del milagro del lobo le resultó indiferente.
Junto
a la ermita, protestas vecinales en forma de carteles, reclamando que la
compañía eléctrica Fenosa retirara la torreta del tendido eléctrico; o que en
ese lugar se encontraba la “Vereda de Aluche”, tramo de la Vía pecuaria “…
camino de Boadilla del Monte”, exigiendo su limpieza y su utilización como
pasillo ecológico.
La
ermita es el templo románico-mudéjar más antiguo de la Comunidad de Madrid. Se
asienta sobre un solar que estuvo poblado desde tiempos pre-romanos. Durante
los trabajos de restauración se han encontrado piezas arqueológicas de orígenes
carpetano y romano (cerámicas, losas, ánforas…). En la zona hubo una villa
romana, de los siglos II y III. Es posible que esa población esté sepultada
bajo los grandes edificios que conforman las barriadas de la periferia, en lo
que fue el antiguo pueblo de Carabanchel.
Las
oficinas del cementerio estaban cerradas, pese a que se indicaba que estarían
abiertas hasta las 14:30 horas. Tadeus se puso a buscar por su cuenta, entre
las tumbas del siglo XX, que parecían ser antiguas, de los años 40. Únicamente
pudo ver algunos nichos vacíos, restaurándose para volver a ser utilizados;
aunque algunos conjuntos escultóricos destacaban por su belleza, con una virgen
y un ángel custodio.
Le
sorprendió ver también una lápida blanca, sucia, con el nombre de Jacinto
Martín y la fecha 10-9-1943, con la frase “Tu
esposa e hija no te olvidan”, sobre la que alguien depositó puros habanos y
algunas monedas, recientes. Imposible descifrar el significado de las monedas y
los puros habanos, salvo que se quiera pensar en alguna ceremonia nocturna
delirante.
En otra zona
del cementerio, una sorprendente placa dedicada a los ¿pioneros militares? de
la aviación: “A la memoire des aviateurs
francais et espagnol morts en service aerien commande le 16-11-1919 et a la
amitie des ailes espagnoles et francaises”.
Cuando
se marchaba del cementerio, se cruzó con dos sepultureros. Les preguntó… fueron
a la oficina: Manuel Muñoz Puente no figuraba como enterrado. Y por las indicaciones
dadas –zona M, fila primera, número 5, cuerpo 2– le recomendaron que
investigara en el Cementerio Municipal de Carabanchel, cercano a la Avenida de
los Poblados, unido al Cementerio del Sur.
Mediados de septiembre del 2019.-
Tadeus Kunzt se acercó hasta las oficinas del Cementerio Sur, para que le
informaran sobre el enterramiento de Manuel Muñoz Puente, republicano condenado
a muerte en un consejo de guerra franquista, sin las menores garantías
procesales, sin que tuviera una defensa real. Los acusadores nunca aportaron la
menor prueba de los supuestos crímenes que aseguraban que cometió: ni nombres y
apellidos, ni fechas, ni lugares… nada de nada. El caso de Manuel Muñoz Puente
fue uno más de los miles y miles de condenados a muerte y fusilados por los
victoriosos franquistas en los primeros años de la postguerra civil, una
postguerra que se extendió hasta 1975, cuando por fin murió el sanguinario
dictador.
Atendido
con exquisitez, el nombre de Manuel Muñoz Puente no aparecía en la relación de
enterrados en el Cementerio de Carabanchel (los dos Carabancheles fueron
anexionados a Madrid en 1948). Tadeus preguntó por la posible existencia de
alguna fosa común, obteniendo una respuesta negativa, pese a la falta de
documentación sobre los fusilados enterrados en ese camposanto. La entrevista
se extendió con preguntas del tipo si podía ver el libro de enterramiento. Las respuestas
fueron negativas. Las consultas debían
hacerse a través del Ayuntamiento. Burocracia, burocracia, dificultades.
Tadeus
se desplazó hasta la parte más antigua del cementerio de Carabanchel, en el extremo
oeste del cementerio sur. Encontró parcelas limpiadas, para nuevos
enterramientos; y viejas tumbas, vaciadas, descuidadas, deterioradas. En una
pequeña parcela, cercana a la parte principal antigua, un letrero indicaba: “Zona D, Fila 8, 66”.
Zona de enterramiento con fosas para cinco fusilados.
En
las páginas del libro “Crónicas villanas
(1939-1979)”, de Pedro Tello Díaz-Maroto (Almud Ediciones, 2019) pudo leer un
párrafo que le indicaba la posibilidad de que en ese lugar hubo fosas comunes: “Junto a su hermano Pablo[1],
una quinta menor que él, son los principales ideólogos comunistas de la
localidad. Es detenido al finalizar la guerra y fusilado en el cementerio de
Carabanchel el 14 de diciembre de 1944”.
En
una segunda conversación telefónica de Tadeus Kunzt con A. García,
empleado del cementerio Sur, le indicó que efectivamente, Manuel Muñoz Puente
fue enterrado en esa necrópolis, en la fecha indicada, en el lugar indicado;
aunque le especificaron que esas tumbas, en las que enterraban a cinco
fusilados, eran temporales. A los cinco años debían desocuparse, no constando
que se vaciaran en 1949 y 1950.
Una
hipótesis sobre la suerte que debieron correr los restos del republicano Manuel
Muñoz, establecería que en aquellos años de franquismo duro, sus restos serían
exhumados y arrojados a algún osario, sin comunicar nada a la familia; aunque
no hay que descartar que se dejaran allí mismo, hasta que las fosas fueron
vaciadas para trasladar los restos óseos hasta el mausoleo franquista de
Cuelgamuros. Ironías de la vida, carambolas dramáticas.
En alguna de estas pequeñas parcelas estuvieron enterrados los
republicanos fusilados, luego llevados a Cuelgamuros (Valle de los Caídos, para los franquistas).
Tras
una breve conversación con Tadeus, Laura se sumó a la búsqueda demostrando sus
dotes como la documentalista de la Agencia de detectives. No tardó en localizar
el Mapa de Fosas, elaborado por el Ministerio de Justicia. Hubo sepulturas
comunes en el Cementerio de Carabanchel Alto (localizador 1350/2009 MADR), con
20 víctimas trasladadas a los osarios de Cuelgamuros, o Valle de los Caídos
para los franquistas, lugar de culto para los fanáticos ultras, donde están los
restos del dictador Franco. Por supuesto, el traslado se hizo sin autorización
alguna de los familiares. Los restos de los republicanos estaban destinados a
ser el “acompañamiento” de su verdugo, Francisco Franco, declarado en 1946 criminal
de guerra por la ONU.
La
historia de Manuel Muñoz Puente fue similar a la de miles de republicanos:
lucharon por la libertad y la democracia, encontraron la muerte. Su caso
concreto, sería dramático: un capricho del destino hizo que sus
huesos estuvieran próximos a la tumba de su verdugo, en Cuelgamuros.
Madrid, viernes 20 se septiembre 2019.
Fotos: Pablo Torres
(No se permite la reproducción de las fotos, salvo autorización por escrito del autor).
Fotos: Pablo Torres
(No se permite la reproducción de las fotos, salvo autorización por escrito del autor).
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