viernes, 3 de mayo de 2019

LOS VIAJES DE TADEUS KUNZT. RIEUX-VOLVESTRE



Panorámica de Rieux-Volvestre, desde las afueras del pueblo (Foto: Pablo Torres)
1.- UN PUEBLO MEDIEVAL



Al otro lado de los Pirineos, un pequeño pueblo de poco más de dos mil quinientos habitantes conservaba su estructura de villa medieval: un buen conjunto de edificios que resistían el paso del tiempo. Tadeus Kunzt quiso ver la configuración urbanística de ese núcleo, Rieux-Volvestre, posiblemente de origen eclesiástico-militar, abrazado por el río Arize. Ivana no puso ningún reparo a que viajara, incluso le sonrío, pidiéndole que no se ausentara demasiado tiempo.

                –Cuatro días, más dos para la ida y la vuelta. Estaré con vosotras en un abrir y cerrar de ojos.

                –¿Qué haríamos nosotras tres sin ti?

                –¿Qué haría yo sin vosotras?

                Un antiguo compañero de Arquitectura, especializado en restauración de edificios medievales, le puso en contacto con Alex M. Bouyssi, española afincada en Rieux-Volvestre, pueblo en tierras de los cátaros, que se mantenía dentro de sus límites urbanos con algunos destrozos causados en tiempos de la Revolución francesa, o burguesa, cuando los más radicales, hartos de los privilegios de nobles y clérigos, echaron abajo un par de conventos, dejando espacios comunales abiertos para el pueblo, uno de ellos renombrado como Plaza de los Jacobinos, en recuerdo de los revolucionarios más revolucionarios que hicieron de la libertad, igualdad y fraternidad la mejor norma de convivencia social.

                El avión, pequeño y estrecho, hasta cierto punto incómodo, completó el vuelo Madrid-Toulouse en una hora. A ese tiempo se añadía las dos horas previas al vuelo en el aeropuerto; más las pérdidas de tiempo en la llegada. Aunque nada más salir, le esperaban Alex M. Bouyssi, funcionaria en el Gobierno regional, animadora cultural y actriz; y Gilles Lacoste, actor y profesor de arte dramático, para trasladarse en coche siguiendo la A-64 para salir en dirección Carbonne y luego llegar hasta Rieux-Volvestre; y alojarle en una casa antigua, de cuidada fachada, dentro del casco histórico de la villa.

                En la casa de Alex M. Bouyssi, rue de Salles, les esperaba Tanguy Tomasi, francés de las Antillas, pareja de Alejandra Muñoz Bouyssi. En el salón principal de la casa, en un costado próximo a los ventanales que dan a la calle, sobre una mesa rectangular de madera oscura, la maqueta de un “hombre-árbol”, una fantasía para un parque temático que se instalará en las inmediaciones de la Plaza de los Jacobinos. Tanguy trabaja la madera como un artista, para obtener muebles y objetos sorprendentes. Entre sus logros, una nevera de libros que podrá ser utilizada por los niños para intercambiar libros o tebeos. La biblio-nevera será un depósito callejero para libros, para fomentar las lecturas.
 El hombre-árbol, una maqueta de Tanguy Tomasi
un maestro trabajando la madera.

   No tardó en llegar Pierre Rieu, fotógrafo. Colaboraba con Gilles y Alex en el montaje de una exposición sobre la Memoria Histórica en España, al cumplirse los 80 años de “La Retirada”, la huida de los españoles republicanos hacia Francia, cruzando los Pirineos por Aragón y Cataluña, escapando del terror franquista. Un fotógrafo español expondría una primera selección de fotografías sobre “Fosas comunes”, “Brigadistas Internacionales”, familiares de víctimas del franquismo… en los siguientes días, en Muret, un pueblo a mitad de camino entre Rieux-Volvestre y Toulousse, ciudad que fue la capital del exilio republicano español después de la finalización de la Guerra Civil española (1939) o Guerra de España, para los actuales historiadores.


UNAS CERVEZAS EN “AUX ENFANT QUI SÉMENT”.- Al atardecer, Tadeus Kunzt paseó las calles del pueblo, en su casco antiguo, viendo casas y casas, más o menos antiguas, o más que más antiguas. También pudo ver la catedral de Rieux-Volvestre, con una torre octogonal: definía todo el conjunto. Aquel enorme edificio religioso, sin esa torre, sería una mole inmensa en tonos rojizos.

                Alejandra, y Gilles le dijeron que el mejor contacto con las gentes del pueblo estaría en  en “Aux Enfants Qui Sement”, “Los niños que siembran” (1); especificándole que el nombre del “bar-epicerie fine” se prestaba a un juego de palabras, al sonar fonéticamente “Los niños que se aman”.

 "Aux les enfant...", un lugar ideal para tomar
unas cervezas, charlar y escuchar música en directo (Foto: Pablo Torres)

     La fachada de “Aux enfants qui sément” resaltaba por su color azul apastelado. En la parte alta, dos máscaras, una a cada lado, pintadas de un azul intenso: podían representar a cualquier ser mitológico. Las máscaras definían –les aseguró Alejandra– la clase social de la familia. Cuantas más máscaras, mayor poder económico de la familia. Ahora las máscaras funcionaban más como adorno que como poder económico. Junto a las máscaras, unos recipientes también pintados de azul, a modo de jarras troncocónicas, con su correspondiente asa y un corte lateral para formar la embocadura. Posiblemente fueron empleadas para regar las plantas de los jardines.

                Al ser un sábado tarde, el pequeño local estaba lleno. Los jóvenes y menos jóvenes del pueblo, además de charlar de sus cosas, podían escuchar música en directo. Una joven de la localidad, con una voz clara y rotunda, interpretaba temas más o menos clásicos: recibía los aplausos de los asistentes más atentos a sus canciones.

                Mientras tomaban unas cervezas, Gilles hablaba de Teatro, su pasión. En Rieux-Volvestre Gilles se ocupa del festival de verano, de montar y representar obras. Su último montaje fue un canto a la libertad contra la barbarie: “Desnudo sobre la tierra” o “La última noche de Federico”, dedicada al poeta español, asesinado en 1936, en los Barrancos de Víznar (a unos 20 kilómetros de Granada capital). Un artículo sobre esta representación teatral fue censurado en la revista “Carta de España”, en septiembre del 2017. La directora de la publicación, funcionaria del Estado español, retiró el artículo cuando el autor se negó a quitar del texto que el poeta García Lorca había sido asesinado en Víznar (Granada).

Gilles es un gran actor, concienciado políticamente: Quijote soñador. Además de su trabajo, desarrolla piezas de Teatro con personas que sufren Alzeimer y Autismo. Hace una labor social tremenda, de forma voluntaria.


CENA EN “LA HALLE”.- El fotógrafo madrileño Pablo T. Guerrero, afincado en Gorey (Irlanda), recomendó a Tadeus Kunzt que en Rieux-Volvestre comiera o cenara en “La Halle” unas brochetas de corazón de pato, de sabor exquisito, plato propio de la gastronomía occitana popular.

                En el alto Garona hay un conjunto de platos de la mejor gastronomía del Languedoc, relacionada con las aragonesa del Pirineo: Cassoulet, o guiso de judías con salchichas toulousanas; foie gras, de pato o de oca; salchichas de Toulouse, parecidas a la butifarra; magret de pato, preparado de distintas maneras; pistache, una variante de la Cassoulet; y “Pétéram”, una especie de callos.

 Hay que degustar dos platos máximos de la Occitania: la Cassoulet, un guiso de judías con pato 
y salchichas; y la brocheta de corazones frescos de pato. Insuperables (Foto: Pablo Torres)
A las nueve de la noche Gilles, Tanguy, Alejandra y Tadeus se sentaron a cenar en el restaurante “Le Halle”, pegado a “Aux Enfant…”. Tadeus siguió el consejo de Pablo… su gozo en un pozo: no tenían los frescos corazones de pato. La camarera les explicó que únicamente se servían cuando podían cocinarlos frescos, para no alterar su sabor. Le dijeron que tenían una sabrosa “Cassoulet” que no olvidaría, unas judías blancas estofadas con pato confitado… Le resultaron celestiales.



CASSOULET.- En un plato típico de la gastronomía del sur de Francia, un guiso popular de las regiones de Languedoc y Mediodía-Pirineos. Los ingredientes principales son las judías blancas, el pato y las salchichas. El origen del plato se atribuye, interesadamente, a Castelnaudary, Carcasonne y Toulouse; aunque parece claro que su origen es medieval, como un derivado del estofado de cordero y habas, comido en tiempos de los romanos.

           El Cassoulet, o Caçolet occitano, guiso popular y antiguo, de invierno, calórico: se cocina de distintas maneras, siempre a partir de las judías blancas como elemento básico. Sin las judías, el plato sería otra cosa. En la Cassoulet de Toulouse, las judías se cocinan añadiendo las salchichas toulousanas, parecidas a la butifarra catalana, que le dan un punto singular.

Los ingredientes básicos son: judías blancas (remojar el día de antes) + tocino + dientes de ajo picados + un ramillete de hierbas hecho con ramitas de perejil, ramitas de tomillo fresco y una hoja de laurel + Sal y pimienta + salchichas de Toulouse + morcillas + trozos de pato/oca confitados + paletilla de cerdo deshuesada y cortada + Caldo de pollo o verduras + pan duro, desmigado.

         Se prepara a la francesa, para luego ligar los guisos: cocer las judías en agua durante 10 minutos. Sacarlas y escurrirlas. Se ponen en un cazuela limpia con agua y se llevan hasta la ebullición, con verduras (tomate, cebolla, zanahoria…). Se añade entonces el tocino, el ajo, las hierbas y la pimienta, dejándolo a fuego bajo durante hora y media. Cuando las judías están casi hechas, se pasan a un cuenco. Aparte de hacen las salchichas y se saltean los trozos de pato o de oca hasta que estén dorados.

       Se ponen las judías en una cazuela grande, añadiendo las salchichas y la carne confitada, sazonando el conjunto a gusto. Se añade un poco de caldo y se añade el pan desmigado. Finalmente se le da al guiso un tiempo de horno (más o menos una hora) para que todos los ingredientes adquieran un sabor común.



Durante la cena, hablaron y hablaron por turnos, a la occitana, sin gritar. Alejandra hacía las traducciones, especialmente para Tanguy. Gilles, de madre española, originaria de Valencia, a falta de la fonética castellana, entendía lo que se hablaba, aunque le costaba soltarse con los secos sonidos del español.


Una de las casas medievales de Rieux, por la noche (Foto: Pablo Torres)


       Tras la cena, un paseo por el Rieux-Volvestre más histórico: se llegaron, caminando tranquilos, hasta el Puente Lajous. El pueblo dormía, sin apenas ruidos: pareciera que les daba miedo chillar o hablar fuerte. Antes de llegar al puente, una parada en la fachada principal de la catedral de Santa María, un edificio poderoso, descomunal para el tamaño del pueblo. Miraron al cielo, despejado de nubes: estaba cuajado de estrellas.

Pablo Torres 
(Primera entrega) 
NOTAS
(1) Plaza de La Halle nº 8







[1] Plaza de La Halle nº 8.

Viajes: caminos, lugares, acentos (8)

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