EN TIERRA DE CÁTAROS
Ubicada
en el Alto Garona, región del Mediodía-Pirineos, cantón de Rieux-Volvestre,
villa y comuna francesa, Rieux forma parte de la Occitancia. La ciudad más
grande de esta extensa región meridional es Toulouse. Los territorios limitan
con los Alpes, la Provenza, el golfo de León (en el Mediterráneo) y Andorra y
los Pirineos. Se creó por la reforma territorial del 2014, fusionándose el
Languedoc-Rosellón y Mediodía-Pirineos.
LOS CÁTAROS.- Antaño Rieux-Volvestre y todo su entorno fue tierra de cátaros, hombres y mujeres de un movimiento religioso, de carácter gnóstico, que se propagó por la Europa occidental, a mediados del siglo XI. La doctrina arraigó en el siglo XII entre los habitantes del Languedoc, con la protección de señores feudales, vasallos de la corona de Aragón, como Guillermo de Aquitania.
El
centro de la cultura cátara estaba en Toulouse. Los cátaros, también llamados “La secta de los tejedores” (fueron los
principales difusores en Europa occidental), creían en una dualidad creadora:
Dios y Satanas, el bien y el mal. Predicaban la salvación a través del
ascetismo, el rechazo del mundo material, considerado como obra demoniaca.
La Iglesia
católica vio en los cátaros un peligro real hacia su poder: les declaró heréticos.
Para acabar con los cátaros, pidió ayuda a la corona de Francia: organizaron la
llamada Cruzada albigense y con acciones bélicas violentas, iniciaron su
erradicación a partir del año 1209. A finales del XIII, los cátaros se movieron
en la clandestinidad, extinguiéndose años después.
De los
cátaros queda su nombre, su cruz, su simbología. Fueron exterminados no por sus
creencias, si no por su expansión por toda la Occitania, por el poder que
alcanzaron. La Iglesia Católica vio peligrar su poder, sin consentir otro poder
que el suyo propio. La finalidad de cruzada era acabar con todos y cada uno de
los cátaros, herejes gnósticos que dejaron sus huellas.
Siete de la mañana: la ciudad dormía plácida, sin
ruidos. Tadeus decidió pasear, ver el pueblo cuando aún bostezaba. Desde la
calle La Salle caminó hasta la “plaza
central”, donde está la plaza de Le Halle, lugar donde antaño celebraban
mercado varios días a la semana. Es el centro vital de Rieux-Volvestre.
EL MERCADO
DE “LA HALLE”.- Es un espacio
abierto, en la zona central del pueblo viejo. La estructura que sostiene el
tejado es enteramente de madera clavada. Data del siglo XV. Fue restaurada en
el año 2004. Los pilares/vigas han sido reelaborados. Anteriormente los mercaderes
lo ocupaban tres veces por semana. En caso de fraude documentado, la mercancía
era confiscada y distribuida entre los pobres de la ciudad.
En frente, una casa
con máscaras del siglo XVII. Representan, de izquierda a derecha, de arriba
abajo: Venus, Júpiter, mercurio, Poseidón, Saturno, Bacchus. Algunos pretenden
que la máscara que figura sobre la puerta de entrada a la casa, representa el
carácter del propietario.
Desde allí caminó por la calle de Lé Evéché (del Obispado), en leve caída:
encontró varios edificios antiguos, históricos. El primero será la Casa del
Obispo, el Obispado, bajando, en la parte izquierda, cerrada a cal y canto, sin
muchas referencias a tan histórico edificio.
EL OBISPADO,
LA TORRE VALTAN y LA CASA LAGUENS.- El portal del Obispado estaba decorado con blasones de los obispos, de los
siglos XIV y XV, que fueron arrancados por los revolucionarios, en 1789 y años
siguientes, cuando la revolución acabó con los privilegios de nobleza y clero.
De una parte a otra del portal, las aspilleras estaban ocupadas para disparar
con los mosquetes
La torre, flanqueada y
almenada, llamada Torre Valtán, lleva el nombre del obispo que decidió la
construcción del Obispado. Actualmente los edificios del Obispado se destinan a
un centro médico.
Unos pasos más allá
esta:
LA CATEDRAL
DE SANTA MARÍA.- Un poco más
abajo se encontrará con la Catedral de Santa María, un edificio de arquitectura
cátara meridional: gruesos muros, de más de tres metros como pilares de sostenimiento.
Pegada a un meandro del río Ariza, formaba parte del aparato de defensivo de la
ciudad.
Se edificó en el siglo
XIV sobre el emplazamiento de la capilla de Santa María de las Aygas, del siglo
XI, donde se encontró el muro almenado sobre la parte noreste.
En la fachada se
observa el vestigio de una antigua entrada.
La catedral fue
remodelada en el siglo XVII. Su campanario del siglo XIV tiene una
impresionante base octogonal, calificada como “uno de los más bellos del
reino”. Las tres últimas plantas, acabadas en el siglo XVII tienen aberturas en
forma de mitra: son la réplica del campanario de los Jacobinos de Toulouse.
El pórtico del acceso
principal a la catedral sufrió las iras de los revolucionarios: las imágenes de
piedra tallada que podrían representar músicos, o santos, o cualquier alegoría
bíblica, fueron destrozadas a golpes de mazo. No dejaron ni una estatuilla sana.
Frente a la catedral
está:
EL ANTIGUO
SEMINARIO (actual Ayuntamiento).- Prácticamente enfrente de la catedral está el Antiguo Seminario, actual
Ayuntamiento. El edificio religioso, de los siglos XV y XVI, después de la
Revolución francesa se convirtió en la sede del actual Ayuntamiento. Una parte
se ha destinado a Museo de Historia local, donde conservan distintos vestigios
de los conventos y restos de otros edificios histórico, como capiteles. El
Museo es el depositario de preservar y transmitir la costumbre local de tiro al
“Papogay”, vetusta tradición de los arqueros de Rieux que se remonta al siglo
XIV, cuando el pueblo necesitaba ser defendido por buenos arqueros, desde lo
alto de su castillo (hoy desaparecido). El Antiguo Seminario data de finales
del XV. Fue restaurado en 1970.
Frente a la catedral,
también está un singular edificio civil:
LA CASA DEL
ENTRAMADO DE MADERA.- Pegada al
Antiguo Seminario, anterior en su construcción, está La casa del entramado de
madera, posiblemente la más antigua de Rieux-Volvestre. Destaca por su bella
fachada, en dos plantas en ménsula (voladizo, para soportar el arranque del
balcón).
Construcción de gran
interés. La fachada presenta un doble tipo de entramado: un motivo en diamante
y otro motivo en bordes de pescado. El tejado es del tipo “avanzado”. La casa
tiene, además, dos ventanas esculpidas. En la planta baja estaba la antigua
tienda. Los pisos altos estaban reservados para utilizarse como habitaciones.
Fue construida con criterios funcionales.
Para entrar o salir de
la villa hay que cruzar:
EL PUENTE
LAJOUS.- Es importante cruzar el puente, de ladrillos, para ver las fortificaciones de la catedral.
Fue reconstruido en 1683 y restaurado en 1785. Conectaba la villa con
Casterette, donde se encontraba el castillo feudal, emplazado en el actual
cementerio.
La puerta de la
ciudad, a la entrada del puente, fue demolida en el siglo XIX. Incluía un
monumento a la gloria del rey Luis XIV. Los restos del arco de este monumento
son visibles sobre el muro exterior de la sacristía de la catedral.
∆
Tadeus cruzó el puente
para hacer fotografías y ver el cementerio, remansos de paz. Antes de entrar en
el cementerio, un memorial en recuerdo de todos los franceses que lucharon por
Francia.
EL CEMENTERIO.- Se ubica en el antiguo solar del
Castillo, en un alto al otro lado del Arize, donde el río dibuja un meandro en
forma de herradura. Los cementerios son espacios solitarios, en los que
compartir el silencio de los muertos. Y dicen mucho de la relación de los vivos
con la muerte. En los cementerios también hay clases sociales, aunque el muerto
es ajeno a esas distinciones: los cuerpos se pudren igual en un féretro de
madera noble que en otro de madera reciclada prensada.
Hay tumbas que son auténticas piezas de arte, con
pequeñas esculturas que quieren ser alegorías de una vida en el más allá. Sobre
muchas tumbas hay esferas de granito: representan el globo terráqueo. Sobre la esfera
de granito, la Tierra, una cruz. Simboliza el poder de la cruz sobre la
humanidad, sobre todo el planeta. Es una alegoría exagerada de un poder religioso,
supuestamente sobrenatural. Un dios imponiéndose sobre todos los hombres.
Demasiado para ser cierto.
En el cementerio de Rieux las calles tienen una buena
anchura. A ambos lados, tumbas grandes, familiares, con los nombres de los
fallecidos. Una misma tumba aloja los restos de familiares de distintas generaciones.
Regresó al pueblo, por el mismo sitio, el puente
Lajous, perdiéndose por distintas calles, hasta que desembocó en:
EL PARQUE DE
LOS JACOBINOS.- Situado en un
costado de la villa, los restos de un edificio de ladrillo rojo del siglo XVI, fueron
antaño un convento de religiosos. Los dominicos se instalaron en el 1272, hasta
la Revolución. Frente al portal de hierro forjado, cerca donde jugaban los
niños, aparece un crucero ojival que formaba parte del claustro. En el subsuelo
estaban los dormitorios y las cocinas.
El espacio abierto fue renombrado con el nombre de
Parque de los Jacobinos, posiblemente en homenaje a los revolucionarios más radicales
que pasaron por la guillotina a nobles y clérigos, hartos de tantos abusos. En
el siglo XIX el edificio se transformó en una escuela libre para los niños
jóvenes.
∆
Tadeus siguió
callejeando, fotografiando fachadas, fijándose en la antigua arquitectura,
capaz de construir edificios grandes y espaciosos que se mantenían en pie
durante siglos; sin olvidar los conceptos más sencillos para las otras casas de
menor rango, para los campesinos carentes de grandes recursos… callejeó hasta
llegar a otro de los costados de la villa, dentro del curvado meandro dibujado
por el río Arize, donde se ubicaba:
EL PUENTE DE
AURIAC Y LA CAPILLA.- La capilla de
Nuestra señora de la Buena Guardia, más exactamente un oratorio, protegía la
villa contra los Hugonotes (protestantes) y contra las inundaciones, o eso
creían. En el año del 1875 una inundación deterioró una extremidad del puente,
en la zona del lavadero, así como varios edificios. El resto del pueblo quedó
intacto.
En el oratorio, los delicados
frescos, del pintor Bénezet, nacido en T0ulousse, representan a un caballero y
a un obispo poniendo el pueblo bajo la protección de Nuestra Señora del Puente,
o Nuestra Señora de la Buena Guardia. Este santuario multiusos, también sirvió
de garita a la Guardia Nacional durante la Revolución.
Objetos artísticos de Josiane Jalans
JOSIANE JALANS.- De regreso a casa, en la puerta de un edificio antiguo, Tadeus vio algunos objetos naïfs, con mucho arte. Pensó que el local era una tienda… en el interior, comprobó que era parte del taller de una artista local, Josiane Jalans. Tras los saludos, unas primeras frases en inglés y francés, hasta que Tadeus se identificó como español… Josiane había trabajado algunos años en alguna embajada de centro América y se manejaba bastante bien en castellano.
A partir de cantos
rodados del río, Josiane obtenía vistosas mariquitas rojas, con puntos negros;
con algunos palos secos, fabricaba colgaduras sonoras, o “avisadores” caseros.
También se manejaba con la pintura al óleo. Sus composiciones, sencillas,
cargadas de belleza, ingenuas, eran el producto de su libertad creadora;
libertad acrecentada en su jubilación: su tiempo era ahora suyo, para gastarlo
en lo que quisiera. Josian Jalans ultimaba una exposición en Rieux-Volvestre
para primeros de junio del 2019, en la sala de exposiciones de la villa.
∆
COMIDA FAMILIAR.- En casa, un aperitivo con Alejandra para después trabajar de “pinche”.
Tadeus estaba invitado a la comida familiar de las “chicas” Muñoz, con la
presencia de María Muñoz, manchega de 89 años, su hija, su nieta y sus dos bisnietas.
Sin llegar a utilizar un típico mandil –hubiera sido lo apropiado–, se ocupó de
cortar el paté y colocar las rodajas sobre un pan oscuro de miel, migoso, de
molde. Después añadiría, siguiendo las indicaciones de Alejandra, otras
rodajitas de pera natural sobre el paté –no se resistió a probar aquel canapé: la
mezcla de sabores y texturas le resultó sorprendente–. El conjunto se
extendería en unas bandejas cerámicas de tonos grisáceos metálicos.
María Muñoz, al fondo. A sus 89 años tiene una memoria prodigiosa
También le entregaron
un cuchillo de dimensiones respetables, quizá propiedad de algún cazador de
osos pardos, para que fileteara magret de pato de tamaño normal; luego
dispuesto en otra bandera, como entrante, que se acompañaría de vino tinto
español, de la ribera del Duero. El pato forma parte de la dieta diaria de los
franceses: sienten auténtica devoción por todo lo que les ofrecen las anátidas,
empezando por el paté elaborado en distintas granjas, con distintas razas; sin
renunciar a los distintos guisos, empezando por el conocido “Pato a la naranja”,
reconocido mundialmente,
Durante la comida y la
sobremesa, el centro de la conversación estuvo en Cristóbal Fernández, tío de
María, un hombre excesivo, un anarquista auténtico que luchó en la guerra civil
española (1936-1939), en defensa de la libertad y la democracia.
María, a sus 89 años, se expresaba con entera
libertad, contando algunas anécdotas de juventud, en su pueblo de La Mancha. Su
memoria de aquellos años, en los Años 30 del siglo XX, arrancó risas y sonrisas
cuando narró el desventurado episodio sexual de una joven manchega, que exigió
a un acalorado vecino, solicitante de sus servicios, una peseta (de la época).
La mujer, a partir de aquel encuentro, fue llamada “la de la peseta”, apelativo
que no le gustaba. María no llegó a indicarnos el valor de una peseta en
aquellos tiempos.
Por la tarde, Tadeus,
Alejandra y Tanguy recorrieron a paso tranquilo el perímetro del pueblo, fijándose
en los edificios, buscando las máscaras de las fachadas, siguiendo la curva que
describe el río Arize contracorriente.
Pasaron por la calle de las Donadas o “rue des
Donades”, mujeres de la llamada vida alegre. Es loable que, en una villa
cargada de historia en todas y cada una de sus casas, se les dedique una calle,
en reconocimiento a su labor amorosa. Es importante, incluso enternecedor, reconocer
a las mujeres que se dan, incluso por dinero, por necesidad: pocas putas son
vocacionales.
Sus pasos les llevaron
al río y al molino, a la parte baja de lo que quedaba del viejo molino de agua,
hasta llegar al puente del santuario, o “Le pont d´Auriac”, y la capilla de
Nuestra Señora de la Buena Guardia. Es otra de las salidas del pueblo, en los
límites de las partes vieja y nueva de Rieux-Volvestre.
Los restos del viejo
molino son el testimonio de un tiempo pasado, con una tecnología simple que
cubría las necesidades de molienda de los vecinos de Rieux.
Fotografías: Pablo Torres
(No se permite la reproducción de las fotos,
sin autorización por escrito del autor)