Pablo Torres no ha tenido el tiempo suficiente para promocionar "El laberinto de los niños robados". Tras el segundo "Encuentro de escritores-lectores", para promocionar la Cultura en un barrio-gueto como San Cristóbal, sur de Madrid, la irrupción de la epidemia universal del covid-19 ha paralizado el planeta Tierra, confinando a la mayoría de la población en sus casas, cerrando bares y restaurantes, librerías, industrias, restringiendo el transportes...
Portada de "El laberinto de los niños robados"
En su casa, sur de Madrid, con su mujer, Pablo Torres invierte el tiempo en escribir, encuadernar y fotografiar. Todos los días, a la misma hora, hace una fotografía de la calle que puede ver desde el balcón de su casa. La idea la sacó de la película "Smoke", con guión de Paul Auster. Más adelante comprobará qué se puede ver en esas imágenes. Bastantes días repara libros o prepara ediciones especiales de sus obras. Y todos los días escribe un diario sobre el Covid-19 y avanza en otra entrega de los casos de Tadeus Kunzt: "La cabeza del búfalo".
Nos comunicamos por vídeo-llamadas. No para de preguntarme cómo afecta el covid-19 en los pequeños pueblos de Irlanda, como Macroom (un poco más allá de Cork); indicándome que también le pregunta por la vida cotidiana en Dublín, a un joven escritor español, Miguel Delgado, residente en la capital de Irlanda, que este año hará su aportación a la Literatura con su primera novela. La vida sin Guinness es, para Miguel Delgado, aburrida o le parece aburrida. Pablo Torres, por su parte, echa en falta la lluvia y el raro humor irlandés.
–El covid 19 nos ha pillado a todos con el pie cambiado –empieza Pablo Torres–. Da la sensación de que los chinos han avisado tarde, aunque en Occidente tenemos tipos como Trump, Boris Johnson, Bolsonario o Urban (hay más), que dan miedo. La salud mundial está en peligro y ellos únicamente piensan en los beneficios de las élites económicas que se están cargando el planeta. Y les da igual que se lo digan científicos o intelectuales. Ellos a lo suyo: bulos, noticias falsas, mentiras, insidias... son las leyes fundamentales del capitalismo, o feudo-capitalismo, una forma medieval de entender las sociedades; amos y esclavos, en sus formas actuales... pero amos y esclavos.
–¿Cómo ve Tadeus Kunzt esta pandemia?
–Mal. Y en españa peor que mal. Las derechas y la extrema derecha, coaligadas en comunidades autónomas como Madrid o Andalucía, atacan con saña al Gobierno, apoyadas por sus grandes medios de desinformación. Las noticias falsas, los bulos y las mentiras anegan las redes sociales. Confunden de manera interesada lo que es la libertad de expresión, con la libertad de Prensa; pero cuando algún personaje de la izquierda se expresa libremente, se lanzan contra él como rabiosos carroñeros vomitando una sarta de injurias y falsas acusaciones. Las derechas pueden decir las barbaridades que quieran, en cualquier red social, amparándose en la "Libertad de expresión" confundiéndola como su "derecho a insultar", para ofender gravemente a toda la izquierda, una izquierda en el punto de mira de los poderes fácticos. Tratan de apartar a PODEMOS del Gobierno de Pedro Sánchez, para que no puedan demostrar que saben gobernar.
–¿Es un fenómeno exclusivo de España?
–En España la división ciudadana es ideológica, no territorial. Todos los años, por ejemplo, cuando se celebra el 14 de abril, la conmemoración de la segunda República, todo un entrenado ejército de intoxicadores y activistas políticos disfrazados de periodistas, amenazando abiertamente como agresivos psicópatas, lanzan ataques contra su legado democrático, con mucho cuidado de no ofender al franquismo, para blanquearlo. La República fue una experiencia democrática de 5 años. La dictadura de Franco fue un periodo horroroso de 40 años: represión militar sín límites, imposición religiosa, falta de garantías sin libertad... Bien, pues esa legón de injuriadores y cripto-franquistas se lanzan como hienas rabiosas contra la República y montan unas broncas de miedo, sin complejos, a lo Aznar, amenazando a todo el que se atreva a opinar. La sombra del franquismo es alargada, extremadamente alargada, impidiendo que seamos un país libre y democrático, para que todos tengamos claro que España es su finca, regada con agua bendita, apestada de incienso.
–¿Tanto poder tienen las fuerzas oscuras nacidas en el franquismo?
–No te lo puedes imaginar. Cuando se sacó al dictador del mausoleo de Cuelgamuros, hubo de intervenir hasta el Tribunal Supremo. Se dio el caso de un juez del pueblo de San Lorenzo que puso obstáculos para el desentarramiento... y ese juez sigue en activo, sin ser siquiera expedientado. Por no hablarte de las inmatriculaciones de la iglesia católica...
–¿Qué es eso de las inmatriculaciones?
–Otra de las aberraciones del franquismo, supongo que difícil de entender para un irlandés o un noruego o norteamericano. El sanguinario Franco dictó una ley que permitía a los obispos "inmatricular" propiedades, quedarse por la cara propiedades ajenas, si no estaban registradas. Y pusieron muchos propiedades no registradas de los ayuntamientos a su nombre. Esa ley franquista la mejoró José María Aznar. Los obispos registraron a su nombre hasta la mezquita de Córdoba... o lo que es lo mismo, los principales colaboradores religiosos con la dictadura, que introducían a Franco bajo palio a sus templos, gozan de unos privilegios desmesurados; cuando lo lógico, una vez que se recuperó la democracia, hubiera sido apartartarlos de la sociedad por su colaboración con la sanguinaria dictadura de Franco. Pero esto es España, su finca particular, incluido el Pazo de Emilia Pardo Bazán, "regalado" al dictador.
–¿Volvemos a la literatura?
–Mejor, sí, aunque contar la vida es Literatura...
–La experiencia "Encuentros Escritores-Lectores" ha quedado suspendida en el aire... ¿vais a volver cuando se pase la epidemia universal?
–En cuanto podamos, volveremos a celebrar los "Encuentros". Es algo que deberían hacer las grandes editoriales, que tienen medios económicos. No lo hacen: sólo están atentos a vender mucho, tenga calidad o no. Y lo que es peor, hacen creer a la gente que lo más vendido, es lo mejor. Y no es cierto. Para leer buenas novelas, hay que buscar en editoriales pequeñas y medias. Por narices te imponen unos autores, de unas cuantas tribus literarias. Acabarán figurando en los manuales de Literatura, como lo más representativo de una época. Y no lo son. Te pongo un ejemplo rotundo. En tiempos de Valle-Inclán, el autor más exitoso era Emilio Carrere, un fascista que escribió poemas a Moussulini. Hoy día, afortunadamente no le conoce nadie. Sus libros no interesan a nadie, porque no valen nada. Valle-Inclán, que apenas vendía libros, que pasaba hambre, es hoy un autor que representa a una época, que nos legó sus esperpentos. Así es la vida.
–La epidemia del covid-19, ¿cómo afecta emocionalmente a un escritor?
–Un encierro prolongado, viendo todos los días crecer el número de fallecidos, te hace pensar, porque no estás a salvo. Nadie está a salvo y relacionas la pandemia con otros fenómenos que se registran en el planeta y no tienes claro si existe un vínculo entre el virus y el cambio climático, por ejemplo. Entras en una espiral de paranoias, acercándote a teorias delirantes. Pero si abres bien los ojos y analizas racionalmente, adviertes que la incidencia de la pandemia hubiera sido mínima si los países dispusieran de una Sanidad pública de calidad, con suficientes hospitales y personal sanitario; con suficientes centros para las personas mayores, con el necesario personal para atenderles. Pero vivimos un tiempo de capitalismo salvaje, desbocado, que únicamente quiere dinero para las élites económicas. Y los escritores y periodistas no estamos reflejando ese capitalismo brutal y suicida. Tadeus Kunzt tendrá que reflexionar. No sería de extrañar que llegara a la conclusión de que la especie humana no tiene remedio y será responsable de su propia extinción. Otros escritores dicen que tras la pandemia vendrá una revolución... yo no me lo creo.
–¿Seguimos otro día?
–Sí, mejor esperar a días de vino y rosas.
Vídeo-entrevista de John Cleggan
(Macroom, Irlanda, 23 de abril 2020)