martes, 26 de septiembre de 2023

Viajes: CAMINOS, LUGARES, ACENTOS (5)

TOULOUSSE, CAPITAL DE EXILIO REPUBLICANO 

Las moscas son esos pequeños insectos, de carácter pesado, dispuestos a amargarte una mañana, una tarde o una noche. No sé si tienen dientes, pero parece que muerden. Los mosquitos son peores, por silenciosos. Mi antebrazo derecho tiene dos recuerdos en forma de hinchazones: dormía plácido cuando me dejaron su carga química.

            En la televisión francesa, programa “Matin” (La Mañana), entrevistan a Marie Lepen, una tipeja de la extrema derecha. Los propietarios de los medios de comunicación, de las élites económicas capitalistas, están empeñados en normalizar a la extrema derecha. No sé qué intereses ocultos hay en normalizar a las derechuza europeas, pero esos intereses crearán graves problemas al conjunto de la población. Las élites económicas, infectadas de avaricia, se creen a salvo de cualquier crisis. Las clases medias están molestan, instalándose en la extrema derecha. Todos pagaremos tanta avaricia, tanta tolerancia con las derechas.

Cualquier español que conozca levemente la historia de España, relacionada con la postguerra civil, el exilio político a Francia desde los primeros meses de 1939 y el franquismo, sabe que Toulousse fue la capital de los republicanos españoles: cruzaron los Pirineos para no ser víctimas mortales del terror del caudillo Francisco Franco, un generalito sanguinario sublevado contra la segunda República de España.

En los soportales de la Plaza del Capitolio, reproducción de una fotografía de los míticos Robert Capa, con un fondo picassiano.

 No podemos olvidar el trato cruel que las autoridades galas dieron a los republicanos, combatientes por la libertad y la democracia. Los gobernantes franceses de las peores derechas, reaccionarios y racistas, trataron a los españoles con desprecio y maldad: les encerraron en campos de concentración, instalados en las playas de Argèles-sur-mer, Saint Cyprien y Barcarès; más los de Gurs, Septfons, Rivesaltes, Vernet d´Ariège… Muchos españoles murieron de hambre y enfermedades.

Poco tiempo después, muchos españoles se sumaron a la Resistencia, en la Francia ocupada por los nazis de Hitler, para realizar operaciones de sabotaje contra los soldados alemanes. Otros se incorporaron al ejército francés, como los que se integraron en “La 9”, del general Lecrerc, o la Novena de la Segunda División blindada de la Francia libre.

Los dos grandes nombres del exilio político español, de 1939, en Francia, fueron el poeta Antonio Machado, fallecido y enterrado en el pueblecito francés de Colliure, donde también murió su madre; y Manuel Azaña, presidente de la República de España, muerto y enterrado en Montauban, un poco más allá de Toulouse, al norte.

Una de las calles céntricas de Toulousse.

 HACIA TOULOUSE.- Antes de salir hacia Toulouse, me acerqué hasta la iglesia de Lavelanet para hacer unas fotografías. En ese momento llegó un camión de la basura: aparcó en la puerta del templo. Los operarios de la limpieza se bajaron para ir hasta el bareto del pueblo,  junto al Ayuntamiento. Me fastidiaron las fotos sin proponérselo. Por la tarde la luz impedía una buena iluminación del templo. Decidí que haría las fotos en otro momento.

Para evitar problemas de aparcamiento en Toulouse, nos llegamos en coche hasta Carbonne, pueblo cercano a Lavenanet. En la estación sacamos los billetes. En la taquilla nos atendió un joven amable: no tenía la menor idea de español o de inglés. Parece una broma que digan que los españoles no tenemos idea de idiomas. Qué se pasen por Francia y verán qué nivel de idiomas... El tren pasó a las 11:03 horas. Llegaríamos a Toulouse sobre las once y media.

            ALGO DE HISTORIA.- Capital del departamento del Alto Garona y de la Occitania, al norte de los Pirineos, capital histórica del Languedoc, Toulouse tiene una población de medio millón de personas (censo del 2020). Es la cuarta ciudad más poblada de Francia. El área urbana suma un total de 1.470.899 vecinos. La ciudad está cruzada por el río Garona. En su casco urbano confluyen las canales de Midi, Brienne y lateral del Garona.

La libertad, uno de los emblemas de Francia.

            Toulouse fue una de las sedes del Gobierno republicano en el exilio, ciudad de cien mil refugiados españoles (la mayor comunidad española en Francia, junto con la de Montpellier). Organizaron parte de la resistencia antifranquista en sus sedes. Toulouse también se conoce como la quinta provincia de Cataluña. Finalizada la segunda Guerra Mundial, las sedes políticas y sindicales volvieron a abrir sus sedes. Socialistas, comunistas, anarquistas, sindicalistas, independentistas… se agruparon alrededor de la Casa de España. Actualmente la sindical anarquista CNT mantiene abierto su histórico local en el 4 de la rue de Belfort. Los españoles forman una de las principales minorías de la ciudad. Cerca de 25.000 vecinos de la ciudad, de origen español, han contribuido a que el español sea el segundo idioma más hablado. El carácter español también está presente en la noche toulousana.

            Los acentos en Toulouse son muchos: francés de Francia, francés, colonial, español, catalán, occitano, árabe… son los sonidos propios de una ciudad que no ha parado de crecer demográficamente, con ciudadanos franceses, incluidos los de las excolonias; a los que sumar de otras procedencias de continentes como América, zona sur, y Asía.

La hora del aperitivo, una parada en el trabajo.

GRANDES CAMINATAS.- Condicionados por Silvia, nuestra pequeña de casi siete años, nos dimos grandes caminatas por Toulouse, Capitolio incluido, en un día caluroso, sofocante por momentos. La humedad aumentó la sensación de calor pegajoso.

La plaza del Capitolio, lugar emblemático de la ciudad, estaba invadida por pequeñas tiendas que vete tú a saber qué promocionaban: ¿feria, evento deportivo? Era una vergüenza que ocuparan un espacio público, de los ciudadanos, para beneficio privado: impedían obtener una buena instantánea de la gran plaza. Los gobernantes lo tienen claro: es más importante el negocio de unos pocos que el disfrute público de un espacio de los ciudadanos.

No era la primera vez que estaba en Toulouse, aunque me volvieron a impresionar los muchos mendigos que la ciudad alberga, los parias de la tierra, situados en puntos estratégicos para obtener el mayor número de limosnas. Creo que sólo Madrid supera en número de mendigos, por metro cuadrado, a Toulouse. Supongo que Francia, en conjunto, está bien servido de “moros” y “negros” –poner ciudadanos de color, me resulta cursi e hipócrita–.

La moda es la moda. Hace calor y obligaba a llevar poca ropa, caminando por las sombras formadas por las calles de la ciudad. Las mujeres optaron, un año más, por pantalones vaqueros short: las más desinhibidas llevaban con garbo el short, dejando ver los glúteos para disfrute o sufrimiento de los hombres.

Las bicicletas circulaban constantemente por toda la ciudad, colándose incluso por dirección contraria. Es la ecología, una manera de vida que se impone a los vehículos contaminantes.

La catedral de Toulousse, un templo descomunal, ejemplo del poder de la iglesia católica.

TEMPLOS RELIGIOSOS DE TOULOUSE.- El templo dedicado a Saint Etienne, catedral de Toulouse, tiene unas dimensiones colosales, demostración del poder de la iglesia católica en Francia, en tiempos antiguos. No es el único edificio religioso de la ciudad. También está el convento de los Jacobinos, la basílica de san Sernín y otros grandes edificios, super-vivientes a la revolución burguesa (revolución francesa, en España), años en los que hubo un cambio de poder: la nobleza fue sustituida por la nueva clase burguesa, dispuesta a cambiar los roles sociales y la economía de un país, concentrada hasta entonces en una casta social parásita. El hecho cierto radica en la pérdida de poder e influencia de la iglesia católica, siempre al lado de los poderosos, como “arma” de control de los pobres: les ofrecen una vida mejor, en la otra supuestas “vida”.

LOS PATÉS DE GANSO, OCA Y PATO.- Es raro no encontrar una tienda en Toulouse que no ofrezca paté de pato, de oca o de ganso. El paté o foiegrás es el producto francés por excelencia, incluso por delante de la “cassoulé” de alubias con muslos de pato. El foiegrás lo venden en tarros de cristal, en trozos de hígado; o con “morceaux” (partes). También se puede adquirir por “bloques”.

El proceso de elaboración de tan suculento manjar se concluye con el cebado del pato, el ganso o la oca: se alcoholiza al animal, alimentándole con maíz empapado en vino, provocándole una inflamación inducida del hígado, hasta donde sea posible.

Los precios del paté son escandalosos. Sólo pueden acceder a tan excelso alimento las personas con grandes medios económicos. Un tarro de 300 gramos sube hasta los 49,90 euros. Hay otros patés más económicos, pero no tienen ese “buqué” o punto de sabor tan característico del paté o fuagrás de los gansos o las ocas. El fuagrás de ganso entero, del Perigord, a la trufa negra de la misma región, al 5% de contenido del hongo hipogeo, se paga a 68,80 euros los 100 gramos… o a 668 euros el kilo. Todo un dineral.

El turismo, fuente de ingresos de pueblos y ciudades.
 
Comimos bien en un italiano, junto al mercado de Víctor Hugo. Los restaurantes italianos son los menos caros: no se puede hablar de gastronomía barata en Francia. Los taberneros parecen formar una casta especial de atracadores a tenedor armado. No tienen piedad con los turistas, sus víctimas más inocentes. Se han impuesto desfondarles, obligándoles a buscar formas alternativas de alimentación: llevar una mochila culinaria, llena de embutidos y comidas caseras como la tortilla de patatas, más unas cuantas latas de conservas para hacerse bocadillos domésticos; buscar un supermercado en el que comprar sobres de embutidos varios, más pan de molde, con la correspondiente bebida para luego saborear el menú en algún banco de alguna plaza; buscar algún kebah y alimentarse con esas “cortezas” churruscadas de carne vacuna, o con otras carnes de animales como los caballos matalones...

El turista, en territorio comanche, debe moverse con todas las cautelas: es importante evitar un palo descomunal al bolsillo, aunque no es tarea fácil, no. Un ejemplo: una botella de agua, de medio litro, tiene un precio de un euro y medio. Es toda una pasada, también vista en Madrid, la llamada “Corte de los milagros”. 

La estación del ferrocarril, en Toulousse.

EL REGRESO A LAVELANET.- Iniciamos el regreso, por la zona central de la ciudad. No pudimos ver el Canal del Midi, con sus barcos para aguas fluviales amarrados en la orillas; ni otros edificios religiosos de respetables medidas, incluida la basílica de la Dorada… el convento de los Jacobinos sólo pudimos verlo parcialmente, en su exterior…

            En la estación central de ferrocarriles, un hormiguero humano en movimiento continuo: nos subimos al primer tren que bajara hacia el sur, con parada en Carbonne. El recorrido de vuelta no superó los treinta minutos. En los aparcamientos, subimos al coche, para trasladarnos hasta el Carrefour y hacer una compra de alimentos y bebidas. En la gran superficie, en la sección de cervezas, comprobaríamos que no hay una cerveza nacional francesa de calidad, como por ejemplo la Mahou en España, la Sagres en Portugal, o la Guinness en Irlanda. La mayoría de los estantes estaban copados por cervezas belgas: mucha fama, poco sabor, exceso de productos extraños a la cerveza (cerezas y otras frutas impropias para la bebida)… además de caras. Buscando y rebuscando, pude ver la “13 Hope” de Guinness, una gran cerveza rubia irlandesa. No lo dudé: me hice con unas pocas botellas de cristal de 33 centilitros: el típico “tercio” de litro.

    EN LAVELANET.- A las nueve de la noche todavía teníamos una fuerte luz. Salí a tomar el fresco al porche del apartamento: escuché el sonido de la campana de la iglesia. Nueve campanadas metálicas para indicar las nueve de la noche, con luz día. El cielo estaba con algunas nubes: horas antes habían caído algunas gotas. El vuelo de las golondrinas, limpiando el aire de mosquitos y otros insectos, me hizo pensar en su vuelo migratorio desde África: toda una odisea. También pude ver mirlos y escuchar el torpe piar de los gorriones. En el pueblo apenas hay otros ruidos, salvo los ocasionales de algún coche.

Una casa típica de Lavelanet de Comminges

     Con tiempo para cotejar y digerir lo vivido a lo largo del día, se me ocurrió que los franceses, por razones desconocidas, parecen estar siempre cabreados, como los españoles espesos de pensamiento corto: no les gusta tener cerca a sus vecinos. Algo así como juntos, pero no revueltos. No sé. No era la primera vez que visitaba Toulouse y su pueblos del sur: Muret, Carbonne, Rieux, Montesquieu… y sí, se reúnen con sus amigos más cercanos. Pero les gusta mantener las distancias. O es la sensación que tengo.

Pablo Torres
Capítulo del libro "Caminos, lugares, acentos"
Páginas 121 a 129. Se editará a finales del 2023 o inicios del 2024


 

 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

VIAJES: CAMINOS, LUGARES, ACENTOS (4)

 PASEANDO PAU, LLEGADA A LAVELANET

                                                                                            Las bicicletas son de uso diario por la mayoría de los vecinos de Pau.

La hoja de ruta indicaba viaje hasta Lavelanet de Comminges, con una parada intermedia en Pau.

El GPS nos obliga a todo un recorrido turístico por el país vasco-francés, antes de tomar la autopista de pago que lleva hasta Toulouse. El capitalismo francés es sorprendente: sin apenas hacer ruido está en todos los rincones, obteniendo sus beneficios. El pago de las autopistas es la sublimación de ese capitalismo voraz: si quieres buenas carreteras, págalas aunque estén más que amortizadas. Los capitalistas son insaciables.

PAU.- Por la autopista de pago, Pau está más o menos a 140 kilómetros de Irún. Se suele tardar una hora y media en hacer el recorrido, aunque nosotros tardamos un poco más por seguir las indicaciones del GPS: decidió recorrer una parte del país vascofrancés.

Paramos en Pau... sorpresa: la ciudad está patas arriba, con un montón de calles cortadas al tráfico... el Tour pasa por la ciudad. Nos condicionó la visita a la ciudad.

                                                                                       El Tour condicionó el tráfico en la ciudad. La Policía vigiló el recorrido.

Capital del departamento de los Pirineos Atlántico, en Nueva Aquitania, Pau se localiza en el corazón del Bearne, siendo la capital desde 1646. Al sur de la comuna discurre el río Gave de Pau.

ALGO DE HISTORIA.- La villa se fundó en la Edad Media para controlar el paso del río Gave de Pau, utilizado por los pastores para sus trashumancias entre los Pirineos y la llanura. El nombre de la ciudad está documentado en el siglo XII, pronunciándose Pau y Po. La ciudad tiene Carta Comunal del 1464, dotada de ferias y con una Asamblea de los Estados de Bearne.

            El Bearne se unió al reino de Navarra en el siglo XV. Fernando “el Católico”, rey de Aragón y regente de Castilla, en el 1512, conquistó la parte de Navarra, al sur de los Pirineos. El rey de Navarra y la Corte se refugian en Pau. En el 1560 Juana III de Navarra, Jeanne d´Albret, se hace calvinista. Esa será la religión oficial del reino de Navarra. Pau y su religión serán la causa de las guerras de religión entre católicos y hugonotes en Francia.

El paso de los ciclistas fue todo un acontecimiento.

Durante la revolución burguesa de Francia (1789), Pau será la capital de los “Bajos Pirineos”, después llamados Pirineos Atlánticos. En 1808 el emperador Napoleón pasó por la ciudad, de regreso de Bayona, después de instalar a su hermano José en el trono de España, comprado a Carlos IV y Fernando VII. La ciudad le horrorizó, especialmente por el lamentable estado del castillo. Ordenó extender la Place Bonaparte, actual Place Royal, hacia el sur, abriéndola a las montañas. Fue el inicio del embellecimiento de la ciudad.

PASEANDO LA CIUDAD.- Llegamos a la ciudad, comprobamos la imposibilidad de circular por sus calles. El Tour impedía cualquier movimiento en vehículos. Aparcamos en la periferia, no alejados del centro histórico. Fuimos por la calle Viard y su prolongación, la calle Montpensier. Seguimos por la rue Serviez hasta llegar a la plaza de Georges Clemenceau. No disponíamos de mucho más tiempo para haber llegado hasta el castillo de Pau o el Palacio Beaumont.

                                                                                             El centro de la ciudad es un hervidero de turistas y vecinos de Pau

             Estuvimos esperando a que pasaran los ciclistas del Tour. Es todo un espectáculo, como el visto en Donostia. Antes de la llegada de la gran “serpiente” multicolor, pudimos ver que el “circuito” urbano estaba vigilado por bastantes policías. Y me/nos sorprendió la presencia de altos y fornidos policías negros, con sus uniformes azul oscuro. No es frecuente ver policías de color ni en pequeños pueblos, ni en grandes ciudades (foto: DSC_0048).

            En una pequeña tienda, nos hicimos con unos bocadillos, a la francesa. Son diferentes a los españoles. Después buscamos un lugar tranquilo, en un parque situado entre la iglesia de Saint Jacques y el Tribunal de Justicia. Sentado, a la sombra, nos comimos esos bocadillos.

IGLESIA DE SAINT JACQUES.- Situada junto al Tribunal de Justicia, cercana al castillo de Pau, la monumental iglesia de Saint Jacques es parada obligada de los peregrinos del Camino de Santiago. En su interior se pueden verse más de cincuenta espectaculares vidrieras y un púlpito de madera de roble, de escalera doble. Sobresale su órgano de tubos, con tres teclados: data del año 1870. Este templo se levantó sobre el solar de la antigua capilla del convento de los Cordeliers.

                                                                                Iglesia de Saint Jacques, para obligada de los peregrinos hacia Santiago.

 VUELTA A LA CARRETERA.- Antes de seguir nuestro camino hacia Lavelanet de Comminges, nos pasamos por el Carrefour, en las afueras de la ciudad. En el parking del centro comercial vimos a unos tipos con mala pinta, sucios. Parecían drogotas. Mientras Javier y Ana hacían la compra, nos quedamos cerca del coche. La desconfianza es el mejor guardián. Y en Pau, como en cualquier otra ciudad, los chorizos callejeros se alimentan de la ingenuidad de los turistas.

Otro buen tramo de autopista, con una parada en un área de servicio de los Pirynees. Se imponía un mínimo descanso para hacer el último tramo y llegar a Lavelanet de Comminges, pequeño pueblo de menos de quinientos habitantes.

                                            Iglesia de Lavelanet, un pequeño templo sólo abierto los domingos y festividades señaladas.

 

Texto y fotografías: Pablo Torres
Capítulo del libro de viajes "Caminos, lugares, acentos",
páginas 117 a 120, que se editará a finales del 2023 o inicios del 2024

 

 

 

 

jueves, 14 de septiembre de 2023

VIAJES: CAMINOS, LUGARES, ACENTOS (3)

 

BERA DE BIDASOA, PUEBLO DE FRONTERA

Julio del 2023

Villa y municipio de Navarra, en la Merindad de Pamplona, comarca de Cinco Villas, Bera o Vera de Bidasoa tiene una población de 3.763 habitantes. Al tener la “be” y la “uve” el mismo sonido, hay documentos en los que el nombre del pueblo está escrito con “be” y con “uve”. El origen de la toponimia del nombre puede ser vasco o castellano… que cada cual lo escriba como quiera.

             El término municipal está cruzado por algunos tramos de la carretera nacional N121A (Pamplona-Irún) y por dos carreteras locales que llegan a Francia por el collado de Ibardín (315 metros) y el collado de Lizuniaga (315 metros). Dentro del municipio están, además de la villa de Bera, los siguientes barrios: Caule, Cía, Dornaku, Elzaurdía, Garaitarres, Suspela Este, Suspela Sur y Zalaín. En algunos catálogos incluyen caseríos: Aguirre, Endarlaza, Ibardín, Alzate…el relieve del término está definido por los Pirineos navarros orientales, aunque el límite occidental lo determina el río Bidasoa. La altitud oscila entre los 882 metros al norte, en el límite con Francia; y los 20 metros, en las orillas del río Bidasoa. La villa está a 36 metros sobre el nivel del mar.

UN POCO DE HISTORIA POLÍTICA.- por su situación geográfica fronteriza, Bera de Bidasoa ha vivido importantes conflictos bélicos:

Guerra de la Convención (1793-1795). En un primer momento, Bera fue ocupada por tropas españolas. Desde finales de julio de 1794, tropas francesas se ocuparon el pueblo, hasta el final del conflicto en 1795.

Guerra napoleónica. Entre 1813 y 1814 tropas aliadas al mando del duque de Wellington se instalaron en Cinco Villas de Navarra, Urdazubi y Doneztebe, persiguiendo a las tropas del mariscal Soult.

            El 20 de octubre de 1830, el general Espoz y Mina cruzó la frontera por Bera con la intención de proclamar la constitución liberal frente al absolutismo de Fernando VII

            El 4 de abril de 1838, dentro de la primera Guerra Carlista, los liberales quemaron la iglesia de Bera.

            En 1872 Carlos de Borbón entró por Bera para proclamar la guerra contra Amadeo de Saboya. Durante la segunda Guerra Carlista, el cura Santa Cruz organizó algunas escaramuzas en Bera.

            En 1924, durante la dictadura del general Primo de Rivera, un grupo de anarquistas españoles exiliados en Francia, entró en Bera, esperando que se levantara el pueblo para acabar con la dictadura. La intentona falló: las policías francesa y española estaban al tanto de los propósitos de los revolucionarios.

            Entre 1936 y 1939 hubo cuatro salidas de población hacia Francia, escapando del terror franquista. Los rebeldes no se detenían ante nada.

            A finales de agosto de 1936, entre quince mil y veinte mil republicanos pasaron a Francia, tras la caída de Guipúzcoa en manos de los sublevados franquistas. Finalizada la guerra civil, el paso fronterizo de Irún-Hendaya y otros cercanos, siguieron funcionando. La segunda Guerra Mundial provocó la creación de redes para poner a salvo a los judíos, a miembros de la Resistencia francesa, pilotos aliados derribados que huían de la Francia ocupada por los nazis...

    Una de las rutas más utilizadas por la “Red Cometa”, partía de la granja Bidegain-Berri, en Urugne. Finalizado el conflicto bélico, a partir de las décadas de los 50 y los 60, siguieron las migraciones económicas a Europa. Los españoles cruzaron las fronteras por millones, añadiéndose los portugueses: aportaron otro millón y medio de emigrantes, huyendo de la explotación de la dictadura del general Salazar y para evitar ser enviados a las guerras coloniales de Angola y Mozambique.

En la periferia de Bera de Bidasoa, cerca de la carretera de Irún-Pamplona, hay un memorial dedicado a las víctimas del franquismo... 

EL PUEBLO.- El conjunto histórico de Bera se fundamenta en el caserío Vasco: sólidos edificios de planta rectangular, dos alturas, gruesos muros hechos con grandes piedras y mortero, tejado a dos aguas. Las ventanas tienen buen tamaño para permitir la ventilación y dejar pasar la luz. En la planta baja estaban los animales y carros, más los aperos de labranza. La primera planta se dedicaba a vivienda.

En Bera de Bidasoa está la casona de Pío Baroja, o casona de los Baroja. Se localiza junto a la carretera NA-1310. En junio de 1912, el escritor Pío Baroja decidió adquirir la casona Itzea para “refugio” familiar. El propio Baroja lo escribió en “Guía sentimental de Itzea”: “Cansado de vivir siempre en Madrid (...) creía sería mejor comprar un caserón viejo y arreglarlo durante ocho o diez años. Consultábamos anuncios en los periódicos de San Sebastián, y al fin dimos con uno en El Pueblo Vasco de esa ciudad, que hablaba de un caserón de Vera, bueno para fábrica o convento, que estaba al lado de un riachuelo, y que lo daban barato. Fui a Vera a verlo; aquello era una verdadera ruina. A pesar de eso lo adquirí y con el tiempo hemos conseguido arreglarlo bastante”.


 Julio Caro Baroja, sobrino de Pío Baroja, uno de los más importantes etnólogos y antropólogos de España, escribió sobre Itzea: “Itzea, la casa de Vera, es el sitio donde yo estoy siempre más a gusto. Si no fuera porque el clima húmedo y relativamente frío del invierno vasco me produce trastornos en la salud me iría a vivir allí para todo lo que me quede de vida. Itzea está cargada de recuerdos, malos los unos, buenos los otros. Pero así como mi visión de Madrid es amarga, la de Vera es plácida. El recuerdo triste de Madrid no lo ha paliado el tiempo. El de Vera, sí".

No pudimos ver la casona de los Baroja: la casa estaba cerrada por obras. No encontramos cartel alguno que indicara la fecha de terminación de las mejoras del casón. Pío Baroja debe ser un personaje poco importante para los responsables del pueblo.

EL PUENTE DE SAN MIGUEL.- En Bera, el puente de san Miguel comunica la villa con el barrio de Alkaiaga, de Lesaka. El 1 de septiembre de 1813, el puente de san Miguel, sobre el río Bidasoa, fue el escenario de un duro enfrentamiento bélico entre tropas napoleónicas, antes derrotadas en la Batalla de Vitoria (Álava) y un combinado de tropas españolas e inglesas. En el memorial que recuerda la batalla, se puede leer: “En la memoria del capitán Daniel Cadoux y de sus valerosos cazadores del Regimiento inglés 95 (Rifle Brigade) que murieron defendiendo este puente el 1 de septiembre de 1813, peleando por la independencia de España en unión de sus heroicos compañeros españoles”.

                                                        Puente de San Miguel, escenario de un combate bélico.

AINHOA, UN POCO MÁS ALLÁ DE SARA.- Desde Bera de Bidasoa hacemos unas escapada hasta Ainhoa, pequeño pueblo vascofrancés de 669 habitantes (censo del 2012), un poco más allá de Sara. Es una comuna francesa ubicada en los Pirineos Atlánticos, en la región de Nueva Aquitania, en el territorio vascofrancés de Labort (Lapurdi, en euskera). El pueblo está en la ribera del río Nivelle: limita al norte con la comuna de Souraïde, al oeste con Saint-Pée-sur-Nivelle y al este con Espelette e Itxassou. Ainhoa, rebautizada durante la revolución burguesa como Mendiarte, tiene un buen patrimonio religioso resultado de su posición en el Camino francés de Santiago, en la vía de Baztán.

                                                                                    Ainhoa, un pueblo vasco-francés.

 El pueblo es una monería: presumen de “Vasconía”. Juegan a la pelota vasca con palas de madera, en un frontón instalado junto a la iglesia. En un costado de la iglesia, el cementerio. Es raro que los campos santos se permitan dentro del casco urbano. La calle principal es el eje de la ciudad, donde se concentran bares, restaurantes y locales comerciales, en su mayoría de souvenirs. El pueblo destaca por su limpieza y cuidado.

 

Texto y fotografías: Pablo Torres
Capítulo del libro de viajes "Caminos, lugares, acentos".
Páginas 111 a 116 que se editará a finales del 2023 o inicios del 2024.

 

 

Viajes: caminos, lugares, acentos (8)

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