lunes, 14 de noviembre de 2022

LA SANIDAD, UN DERECHO HUMANO

 Pequeños artículos del "Cuaderno Púrpura" (Tomo 2, Año 2022), de Pablo Torres

HARTOS DE ESTAR HARTOS.

GIGANTESCA MANIFESTACIÓN DE MADRID

Hartos de las barrabasadas, maltrato y abusos perpetrados por los irresponsables de la Sanidad madrileña, siguiendo las instrucciones de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la a CAM gracias a los votos de VOX, una mujer con graves desórdenes mentales y carencias culturales por manifiesta ignorancia, el domingo 13 de noviembre del 2022, participamos en una gigantesca manifestación en defensa de la Sanidad Pública, maltratada para desmontarla y privatizarla. El neocapitalismo salvaje, que pretende ser neoliberalismo, quiere hacer de la Sanidad otro gran negocio. Les importa poco la salud de los ciudadanos: quieren su dinero. Cuentan con la ayuda de los corruptos políticos de la derechuza, representantes de los grandes empresarios y la iglesia católica española.

El ingenio les hizo fabricar un chorizo gigantesco con el lema: "No hay pan para tanto chorizo".

En el colmo de la desvergüenza, la derechuza declaró el mismo domingo, por la tarde, que la manifestación había sido un fracaso. Vamos, que reunir a unas 400.000 personas en un acto de protesta es todo un fracaso. ¡Serán memos! ¿Argumentos para hacer semejante afirmación contra toda lógica? Desconocidos, esotéricos, delirantes. La derechuza está instalada en la mentira, en la gran mentira: niegan las evidencias o la realidad. Pero les da igual. Isabel Díaz Ayuso, en sus desórdenes mentales, ve comunistas por todas las esquinas… o en su cinismo dice ver comunistas allá por donde va. Esperemos que en mayo del próximo año 2023, la gente recuerde la calamitosa gestión de Isabel Díaz Ayuso y sus “mariachis”, sin olvidarse de que fue la responsable directa del abandono de los ancianos en las residencias de la Tercera Edad de Madrid, donde murieron más de siete mil abuelos por covid-19, sin recibir atención médica. Por cierto, ¿dónde están los jueces que no ven delito en ese abandono de los ancianos a su suerte? Un francés diría: ¡Merde!

Los cálculos de participación variaban entre los 200.000 manifestantes, según la Policía Municipal; y los más de 600.000 participantes, en cifras de la organización. Mis cálculos, según lo visto en la Columna Sur, me llevan a situar la participación en unos 400.000 manifestantes.

Ana y yo formábamos parte de la Columna del Sur. Estábamos citados a los 12 del mediodía en Atocha. Toda la zona estaba abarrotada de manifestantes, con mascarillas y sin mascarillas, protestando a gritos, ondeando banderas… no faltaban los carteles sarcásticos, o críticos. La estatua de Claudio Moyano, y su pequeño parque, estaban rodeados, esperando a más participantes: llegaban por miles en transportes públicos como el Metro o el Cercanías (con denuncias de boicot en estaciones de la gran periferia de Madrid, para impedir que la participación fuera masiva).

El Paseo del Prado estaba tomado por los manifestantes, en sus carriles de subida y bajada. Todo el espacio estaba ocupado, desde las verjas del Jardín Botánico, a las fachadas del lado opuesto, donde se podía ver el Museo Caixa Forum, con su jardín vertical.

Un grupo de manifestantes fabricó lo que quería ser un enorme chorizo rojizo, con su correspondiente etiqueta: “No hay pan, para tanto chorizo”. Los fotógrafos aficionados, subidos a pequeñas esculturas de angelotes o niños junto a jarrones, con sus móviles tomaban cientos, miles de fotografías y grabaciones del evento. Siempre está bien documentar las grandes manifestaciones para darle en los morros a los negacionistas de siempre, reaccionarios y carcas. Bastantes padres, dentro de aquella masa humana, llevaban a hombros a sus hijos, para que tuvieran una mejor visión.

Los grupos más organizados llevaban pancartas del tipo “Recortes cero”, “La Sanidad no se vende, se defiende”, “Negocian con nuestra salud, destruyen nuestra Sanidad”, protestando por los recortes en la Sanidad Pública, hecho que no es nuevo: viene desde la época de Esperanza Aguirre, llamada “la cólera de Dios”, mujer que es capaz de llevarse a un policía municipal por delante por atreverse a identificarla a ella, la lideresa, por aparcar en la Gran Vía de Madrid en zona no permitida. Estuvieron a punto a procesar a los policías que se atrevieron a identificar a doña Esperanza Aguirre.

A la altura de unos jardines que separan el jardín Botánico y el Museo del Prado, una sonora batucada. Los tambores lanzaban su mensaje de protesta ante las políticas nocivas de las derechas: la sanidad la ven como un gran negocio, no como un derecho de toda la población, pagada a través de impuestos.

En esa misma zona coincidieron los “perreros”, con sus mascotas. No quedaba claro se formaban parte de la manifestación, o simplemente sacaban a sus perros a pasear. En todo caso, eran cinco los perros y cinco los amos. No alteraban las cifras de participación.

La fachada principal del Museo del Prado, con la estatua de Velázquez en lugar destacado, se podía fotografiar sin coches… aunque llena de manifestantes por su derecho a la salud.

La plaza de Neptuno, lugar de celebración de los atléticos, en ese momento estaba a medio llenar. Media hora después, estaba a reventar. Y siguiendo hacia la plaza de Cibeles, más y más gente. Se hacía difícil caminar. La pancartas, pequeñas o grandes, dejaban claro el descontento popular: “¡Ayuso, peor que Aguirre!”, “Ayuso, mil abusos”, con foto de la presidenta de la Comunidad de Madrid, mujer que ve comunista por todas las esquinas: una visita al psiquiatra quizá le sirviera para eliminar sus raras obsesiones y trastornos obsesivos compulsivos: ¿dónde habrá tantos comunistas?. En fin, cuando un político se fanatiza se convierte en un personaje esperpéntico, infeliz caricatura alimentada de estupidez.

La diosa Cibeles, protegida por vallas, sería cercada por ciento de miles de manifestantes, de las Columnas Norte, Oeste (llegaba hasta Ópera) y Este…todos los barrios de Madrid, sindicatos y partidos democrático, protestaban contra una Sanidad en manos de mercaderes.

La manifestación fue también la fiesta de los pañuelos blancos, ondeados al viento, símbolo de esperanza para recuperar una Sanidad maltratada, como paso previo a su privatización para mejor ganancia de empresas privadas y accionistas que llenan sus bolsillos a costa de la salud de la mayoría de la población

Y de nuevo otra batucada, el sonido de los tambores… por allí, una gran marioneta reproducía el rostro de Isabel Díaz Ayuso, con una nariz pinochiana, símbolo de la mentira que, unida a la ignorancia supina de nueva lideresa de la derechuza, enciende odios y amores desmedidos. Hubo gente que quiso arrojarle objetos…se les impidió, señalándoles que aquella marioneta tenía un sentido crítico, no violento.

Los tamborileros de la batucada fueron llamados a Cibeles: la columna Sur no avanzada, atascada por exceso de gente. Tuvieron que salir de su “espacio de confort” y marchar hasta el epicentro de la expresión de la protesta popular. 

 

Isabel Díaz Ayuso... ¿buscaba comunistas? Qué desórdenes mentales.
Abajo, una perfomance sobre el estado de la Sanidad pública. 

Las pancartas se sucedían: “Contra la destrucción de la atención primaria, MADRID SE LEVANTA”. Y más, muchos más, miles de pañuelos blancos más, ondeando, adornando las marchas. No faltaron buenas perfomances, como la de una mujer disfrazada con un mono naranja y una careta blanca “Help”, con sus correspondientes esposas o grilletes, símbolo de encarcelamiento o condena.

 

El recorrido desde Cibeles a Atocha, para comprobar la densidad de la marcha de la Columna Sur, tuvimos que hacerlo a paso tortuga, sorteando a los miles y miles de manifestantes que hacían toda una demostración de protesta pacífica –afortunadamente hubo poca Policía, o no se dejaron ver–, ante lo que es sin duda un abuso irresponsable de unos políticos que actúan como si las entidades estatales fueran de su propiedad privada y tuvieran derecho a hacer y deshacer lo que les da la gana, a capricho, esquilmando bienes del Estado.

La gran manifestación reclamando una Sanidad Pública de calidad, coincidió con el vigésimo aniversario del hundimiento del petrolero "Prestige". Estaba en el Gobierno José María Aznar y ministros como Mariano Rajoy. Tuvieron al petrolero cuatro o cinco días de un lado a otro, sin permitirle entrar a algún puerto, hasta que se partió en dos mitades. El barco extendió su carga de chapapote por toda la costa cantábrica, y partes de las costas portuguesa y francesa. Los jueces decidieron que el único culpable del desastre ecológico fue el capitán del petrolero. Los políticos que decidieron que el barco diera tumbos de un lado a otro, hasta que se tronchó y hundió, salieron libres de toda culpa. Así escriben la historia.

Texto y fotos: Pablo Torres

Madrid, 13 de noviembre 2022

(No se permite reproducir las imágenes, sin autorización previa del autor)

 

 

 

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