SEGUNDO ENCUENTRO
Miércoles 5 de marzo 2020
CINESIA. Calle Godella 104.
San Cristóbal de los Ángeles (Madrid, España)
DE LA
SOPA DE AJO A LA GUAYABA
Abrió el segundo Encuentro
Escritores-Lectores la escritora Vibiana Zambrabo, presentada por Patricio Farinando.
La autora, tras dar las gracias a los asistentes, hizo un recorrido por la
Literatura ecuatoriana, desde que Ecuador se independizó de España, que se
caracteriza por ser costumbrista, ligada a hechos nacionales, desde la
perspectiva de la gente corriente. El origen de su Literatura está en las
narraciones ancestrales de carácter mitológico.
De izquierda a derecha: Alberto Martín, Pablo Torres, Vibiana Zambrano y Francisco Zamora
El romanticismo ecuatoriano está
en la poeta quiteña Dolores Veintimilla, que exalta los amores no
correspondidos. Es célebre su poema “Quejas”, que la llevaría al suicidio en la
ciudad de Cuenca, en 1857. Otros poetas románticos fueron Julio Zaldumbique y
Numa Pompilio Llona, diplomático en España, Italia, Colombia y Francia, donde
conoció a Víctor Hugo. Entre los narradores están Juan León Mera, con “Cumandá”,
autor del himno nacional de Ecuador. No se puede olvidar a Juan Montalvo con “Capítulos
que se le olvidaron a cervantes.
El siglo XX es el de la
consolidación de la Literatura ecuatoriana, con un amplio listado de autores,
desde Medardo Ángel Silva a Luis A. Martínez, sin olvidarse de Alicia Yánez
Cossío o Eliécer Cárdenas. La lista es interminable.
La Literarura del siglo XXI se
hace en estos momentos, con toda suerte de autores, desde Gabriela Alemán a
Mónica Ojeda y María Fernanda Ampuero, incluyendo a la propia Vibiana que cerró
su primer turno leyendo unos de sus últimos poemas.
Cristina Guerrero presentó a los
autores españoles, incluido Francisco Zamora, de origen guineano. No pudo
evitar una sonrisa al indicar la obra “Como ser negro y no morir en Aravaca”,
de Paco Zamora.
La
intervención de Pablo Torres fue breve, ciñéndose al objetivo de los
Encuentros: brevedad para que los lectores puedan opinar, preguntar… participar.
Pidió disculpas porque en el primer Encuentro prácticamente apenas de habló de
las mujeres en la literatura; y para compensar ese despiste, se refirió a las
mujeres y la Literatura, desde el siglo XVI.
Entre los siglos XVI y XVII
fueron bastantes las mujeres que dejaron importantes obras escritas, en tiempos
de una Cultura minoritaria, en manos de la nobleza y alta burguesía. Pablo
Torres citó en primer lugar a Teresa de Jesús, o Santa Teresa, una mujer mística
que fundó conventos allá por donde pasaba. Pero también estaban María Zayas, Leonor
de la Cueva, Catalina Ramírez de Guzmán, Beatriz Galindo, Juana Inés de la Cruz,
Feliciana Enríquez de Guzmán, Ana caro de Mallén…En los siglos XVIII y XIX aumento
el número de mujeres escritoras. La mayoría son desconocidas para la sociedad.
Ana María Espinosa y Tello, María Rosa Gálvez de Cabrera, María de Vieira,
Francisca de Navia, María Lorenza de los Ríos, María Rita Barrenechea (condesa
de Carpio), maría Gertrudis de Hore, Margarita Hickey, Josefa de Jovellanos…
El ponente manifestó que él
pertenecía a una generación que no leía Literatura escrita por mujeres, porque
su presencia en los manuales de Literatura era residual. La importancia de las
mujeres en la Literatura se hace notar en el último cuarto del siglo XX, sin
olvidarse de escritoras anteriores a esos años como María Zambrano, María Teresa
de León, Rosa Chacel…
Entre las escritoras actuales,
destacó sus preferencias por Almudena Grandes, con “las edades de Lulú”;
o por Laura Esquivel, con “Como agua para chocolate”. Y mostró sus
fobias hacia lo que él considera seudo-escritoras: Lucía Echevarría, plagiadora
consumada; Ayanta Barilli, cuyo único mérito literario es ser hija de Fernando
Sánchez-Dragó; Carmen Posadas, carente de talento…no quiso herir más
sensibilidades.
Alberto Martín,
poeta y escritor –hay que diferenciarlos–, licenciado en Filología clásica, fue
breve en la introducción, para leer después un hermoso poema:
A.M.- Tengo un
micro-relato acordándome de los poetas latinos y de un poeta al que quiero hacer
mención hoy porque esta semana murió, Ernesto Cardenal, que es uno de los
grandes poetas latinoamericanos de este siglo pasado, un tipo extravagante,
raro… era sacerdote, ministro de Cultura con los revolucionarios sandinistas.
Tuvo sus broncas con el Vaticano, con el Papa. Está la imagen del cardenal
arrodillado y el Papa echándole la bronca. Se le caía Dios encima y él
aguantaba. Ernesto Cardenal nos ha dejado esta semana y yo tengo un poema,
“¿Quién iba a decirme a mí?”, que nombra a Ernesto cardenal.
Yo tengo la habitación llena de
poemas, está empapelada de poemas. Esos poetas me hablan por la noche.
¿Quién iba a
decirme a mí que la poesía,
esa cueva de
infelices,
ese laberinto de
pobres ingenuos,
me agarrarían tan
fuertemente del alma,
de las muñecas, del
cielo?
Y al volver al amor
o a la vida
me estaría
esperando con su habitación a oscuras
con su soledad a
oscuras
con su oscuridad a
oscuras.
En realidad la
culpa la tiene don Pedro
aquel profesor de
literatura
de mis primeros años
en el liceo
con sus carruseles
a cuesta,
sus “Siéntese señor
Martín”
sus negativos como
calabozos
sus positivos como
séptimo cielo
sus mantenidos como
alivios,
que nos hacía
aprender de memoria
a Espronceda, a
Bécquer o Rosalía de Castro,
con los que luego
tomé un distanciamiento especial
y sobre todo
espacial.
¿Quién iba a
decirme a mí
que la poesía, ese precipicio
de la nostalgia,
ese inventario del
olvido
se aferraba tanto a
mis dudas,
a mis diagnósticos,
a mis pulmones?
Hoy en día son las
paredes de mi cuarto
las que me gritan
los versos
cuando apago la
luz.
Mi habitación es
una constelación de poetas
es una galaxia de
poetas.
Con ellos dialogo y
me pregunto
acerca de tanta
injusticia,
tanto optimismo hecho
pedazos
tanto dolor
clandestino.
Ricardo Morales que
vivió por un provenir brillante
Y al que mataron
luchando por la vida,
ese almanaque de amarguras.
Y por el hombre,
esa semilla sin
futuro.
Ernesto Cardenal
que defendió de su reino de su reino
inasible para
quedarse en su tierra palpable,
que gritó por la
libertad
en todas las calles
del mundo.
y sólo la mirada de
su amada le hacía temblar
más que todos los
guardianes uniformados de Somoza.
Edra Pound, que
buscando su amor, todas las noches del siglo,
pero ella se
escondía detrás de cualquier nombre.
John Don, que murió
con el retrato de una mujer
dentro de su
corazón o de su sangre.
Jorge Bocanera, que
en su casa guardaba panes,
sopa, vino, lluvia
y una muchacha que le llamaba
Paco, José Antonio,
Rafael, Pablo…
pero a él le daba
igual,
porque era una
muchacha vital
y afuera el
despertar, era con otro alfabeto.
Catulo, que se
resignaba a perder los besos de Lesbia,
vio defender los
soles y las lunas
y tuvo que dormirse
al fin
en la noche eterna
de la poesía.
Paco Fernández, que
espantó a la paloma de su soledad
y reservó los demás
gritos para cuando
la paz no fuera la
paz y sí un acuerdo
en el que los silencios
tenían las puertas abiertas.
¿Quién iba a
decirme a mí
que en la poesía me
estarían esperando tantos compañeros?
El poema de Alberto Martín despertó los aplausos de
los asistentes. Después intervino Paco Zamora, periodista y
escritor, español de origen guineano.
El escritor y periodista Francisco Zamora, en la entrada a CINESIA
–Soy medio gallego.
Cuando nos dieron el exilio, tanto español como guineano, a algunos se nos
ocurrió buscar un pueblo. Yo elegí Galicia. Al escuchar a Pablo hablar de
literatura escrita por mujeres, desde el siglo XVI y llegar al XX y no mencionar
a Rosalía de Castro…
Voy a intentar, como somos muy
amigos y muy gamberros, fastidiarle con esta canción que voy a cantar, que es
de Rosalía de Castro.
/Canta la canción/
El español ha dejado de ser un
idioma de España. Es un idioma de 500 millones de personas. España pinta tanto
como Ecuador o Guinea Ecuatorial. Yo centro el español en Castilla, aunque
Pablo diga… bueno, hay mucha controversia en ello. En Guinea tenemos derecho a
reconocernos hasta con santa Teresa, que además era bastante aventurera, que
soñó con ir a África a reconvertir a los pobres negritos. Es curioso, aún así
tampoco nos sorprendió. La pobrecita se quedó aquí, en España, fundando conventos
[risas…]
Hubo después una serie de preguntas
de los asistentes ecuatorianos, de Ecuador, sobre las dificultades de lecturas
o las “continuaciones” de El Quijote.
–¿Cuál de las “continuaciones”?
¿La de Avellaneda? –Pablo Torres–.
–¿La de Trapiello? –Alberto
Martín–
–Lo de Trapiello, que no es una
de las continuaciones, mejor no hablarlo. Es un disparate más de Andrés [risas]
–Pablo Torres–.
Al final del Encuentro, se
sirvió un cátering, servido por el bar Bongo Nancy, ubicado en la calle
Parvillas Altas 27, en Villaverde Alto (sur de Madrid). Los asistentes pudieron degustar comidas típicas del
Ecuador:
–Encebollado de pescado (bonito,
yuca y cebolla)
–Ceviche de camarón (camarón,
cebolla, tomate y limón)
–Patacón con carne desmechada (plátano
verde, ternera desmechada, tomate y cebolla)
–Guatita (callos, patata y pasta
de maní)
–Hornado (cerdo al horno, puré
de patatas, cebolla y tomate)
–Tosta de solomillo (pan,
solomillo, cebolla caramelizada y queso brie)
–Dulce de guayaba con queso
fresco.
Más información de este evento en:
El próximo Encuentro está pendiente de la evolución pandémica del coronavirus. En cuanto se pueda volver a la normalidad, los Encuentros volverán a su cita, cada primer miércoles de mes. El tema elegido para la próxima convocatoria es "Los amores difíciles" (los autores interesados en participar pueden ponerse en contacto con Pablo Torres o con Cristina Guerrero, de CINESIA).
Una crónica de Hermógenes Ramos
Madrid, 17 de marzo 2020
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